Con un dominio en casi todo el partido, la Selección Sub 17 hace vibrar a toda la afición mexicana alzando la Copa
GUILLERMO VITE GARCÍA
Con tantos de Antonio Briseño y Giovani Casillas el Tri se erigió como bicampeón del mundo en la categoría Sub-17.
Aquellas imágenes que han quedado en la mente de los aficionados mexicanos al futbol, como la de Aspe jalándose el pelo tras fallar un penal contra Bulgaria en Estados Unidos 94; la de Campos lamentando el cabezazo del alemán Oliver Bierhoff que terminó en gol en Francia 98; aquel golpazo que le dio Márquez en un signo de impotencia a Coby Jones, de los Estados Unidos, en Corea-Japón 2002; aquel juegazo de México contra Argentina que terminó tristemente con un golazo de Maxi Rodríguez; la impotencia azteca demostrada ante Uruguay en Sudáfrica 2010, pero también el título conseguido por los Sub-17 en Perú 2005, sirven como un marco esplendoroso -y como ejemplo de lo que se puede conseguir con trabajo y determinación - para la imagen de ayer en el Azteca en la que Antonio Briseño levantó el trofeo de campeón tras vencer a Uruguay en la final del Mundial México 2011.
Los dirigidos por Raúl “Potro” Gutiérrez, quienes trabajaron a lo largo de dos años, fueron creciendo progresivamente en su funcionamiento a lo largo del certamen y ayer lo consolidaron con la obtención de un segundo título que pone a México como potencia en la categoría y lo hicieron ni más ni menos que en su propia casa, el estadio Azteca.
Fue un partido que dominó de principio a fin la escuadra dirigida por el “Potro” Gutiérrez, el cual estuvo acompañado desde el tradicional Cielito Lindo hasta la novedosa y popular expresión ¡Fua! Escuchada fuertemente cuando Richard Sánchez despejaba el esférico, que contrastaba con la ya común palabra altisonante que se escucha cada vez que el portero rival hace lo mismo en los saques de meta.
Pese a que México dominaba, los charrúas provocaron un gran susto cuando Kevin Escamilla perdió un balón en el medio campo que agarró mal parada a la zaga verde, pues Uruguay atacó en un tres contra dos, pero Elbio Álvarez no aprovechó esa ventaja y mandó un disparo muy desviado.
Entonces el estratega charrúa Fabio Couto tuvo que hacer un cambio obligado porque Rodrigo Aguirre salió noqueado tras un impacto en la cabeza de Richard, y que lo llevó al hospital por precaución, aunque iba consciente.
Fue entonces que al minuto 38 Escamilla mandó un balón a segundo poste en donde Fierro recentró con la testa al capitán Antonio Briseño, quien de forma poco ortodoxa cerró la pinza para el 1-0 que hizo vibrar al Azteca.
Uruguay, con su tradicional garra, respondió por medio de su mejor hombre en el partido: Elbio Álvarez, quien dejó temblando el poste con un disparo raso que no hubiera alcanzado el arquero mexicano.
Casi al final del primer lapso, Fierro casi se viste de crack, pero su disparo salió ligeramente desviado.
Para el segundo lapso el dominio de los aztecas sobre los charrúas continuó, la eficacia demostrada por los pupilos de Couto en las semifinales ante Brasil no llegó al Azteca.
Los ¡olés olés Gómez, Gómez! se escucharon cuando el “ocho” tricolor apareció sobre el área técnica, listo para entrar, quien por cuestiones de seguridad no inicio por el cabezazo que derivó en el popular vendaje.
La suerte corrió a favor de los mexicanos cuando en la única jugada de peligro de los sudamericanos resultó en un disparo al poste de Juan San Martín. Minutos después, la figura de Richard Sánchez apareció para contener un disparo de Álvarez.
Para los últimos 10 minutos el agobio mexicano se incrementó y tras dos intentos malogrados de Arturo González, Giovani Casillas, recién ingresado, con un previo de gritos de “sí se puede” consiguió el segundo tanto mexicano al minuto 91 para ponerle sello al triunfo azteca.
Con tantos de Antonio Briseño y Giovani Casillas el Tri se erigió como bicampeón del mundo en la categoría Sub-17.
Aquellas imágenes que han quedado en la mente de los aficionados mexicanos al futbol, como la de Aspe jalándose el pelo tras fallar un penal contra Bulgaria en Estados Unidos 94; la de Campos lamentando el cabezazo del alemán Oliver Bierhoff que terminó en gol en Francia 98; aquel golpazo que le dio Márquez en un signo de impotencia a Coby Jones, de los Estados Unidos, en Corea-Japón 2002; aquel juegazo de México contra Argentina que terminó tristemente con un golazo de Maxi Rodríguez; la impotencia azteca demostrada ante Uruguay en Sudáfrica 2010, pero también el título conseguido por los Sub-17 en Perú 2005, sirven como un marco esplendoroso -y como ejemplo de lo que se puede conseguir con trabajo y determinación - para la imagen de ayer en el Azteca en la que Antonio Briseño levantó el trofeo de campeón tras vencer a Uruguay en la final del Mundial México 2011.
Los dirigidos por Raúl “Potro” Gutiérrez, quienes trabajaron a lo largo de dos años, fueron creciendo progresivamente en su funcionamiento a lo largo del certamen y ayer lo consolidaron con la obtención de un segundo título que pone a México como potencia en la categoría y lo hicieron ni más ni menos que en su propia casa, el estadio Azteca.
Fue un partido que dominó de principio a fin la escuadra dirigida por el “Potro” Gutiérrez, el cual estuvo acompañado desde el tradicional Cielito Lindo hasta la novedosa y popular expresión ¡Fua! Escuchada fuertemente cuando Richard Sánchez despejaba el esférico, que contrastaba con la ya común palabra altisonante que se escucha cada vez que el portero rival hace lo mismo en los saques de meta.
Pese a que México dominaba, los charrúas provocaron un gran susto cuando Kevin Escamilla perdió un balón en el medio campo que agarró mal parada a la zaga verde, pues Uruguay atacó en un tres contra dos, pero Elbio Álvarez no aprovechó esa ventaja y mandó un disparo muy desviado.
Entonces el estratega charrúa Fabio Couto tuvo que hacer un cambio obligado porque Rodrigo Aguirre salió noqueado tras un impacto en la cabeza de Richard, y que lo llevó al hospital por precaución, aunque iba consciente.
Fue entonces que al minuto 38 Escamilla mandó un balón a segundo poste en donde Fierro recentró con la testa al capitán Antonio Briseño, quien de forma poco ortodoxa cerró la pinza para el 1-0 que hizo vibrar al Azteca.
Uruguay, con su tradicional garra, respondió por medio de su mejor hombre en el partido: Elbio Álvarez, quien dejó temblando el poste con un disparo raso que no hubiera alcanzado el arquero mexicano.
Casi al final del primer lapso, Fierro casi se viste de crack, pero su disparo salió ligeramente desviado.
Para el segundo lapso el dominio de los aztecas sobre los charrúas continuó, la eficacia demostrada por los pupilos de Couto en las semifinales ante Brasil no llegó al Azteca.
Los ¡olés olés Gómez, Gómez! se escucharon cuando el “ocho” tricolor apareció sobre el área técnica, listo para entrar, quien por cuestiones de seguridad no inicio por el cabezazo que derivó en el popular vendaje.
La suerte corrió a favor de los mexicanos cuando en la única jugada de peligro de los sudamericanos resultó en un disparo al poste de Juan San Martín. Minutos después, la figura de Richard Sánchez apareció para contener un disparo de Álvarez.
Para los últimos 10 minutos el agobio mexicano se incrementó y tras dos intentos malogrados de Arturo González, Giovani Casillas, recién ingresado, con un previo de gritos de “sí se puede” consiguió el segundo tanto mexicano al minuto 91 para ponerle sello al triunfo azteca.
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